Zonas de sacrificio, ¿hasta dónde se justifica el desarrollo?


Fuente: El Dínamo


Las organizaciones de la sociedad civil debiésemos involucrarnos en la urgente tarea de promover la educación para la participación, de modo tal que este verdadero despojo de ciudadanía en el que se han transformado las "zonas de sacrificio" comience a cambiar.

¿Cuántos de ustedes estarían dispuestos a vivir en un lugar en el que saben que sus hijos serán afectados en su salud y bienestar general por contaminación por plomo?
Hace unos días Chilevisión emitió el reportaje “Zonas de sacrificio” del programa En la Mira, donde se aborda justamente casos en que grandes desarrollo productivos, principalmente de Antofagasta y Atacama, arrasan con los recursos naturales y de paso, con los culturales, sociales y humanos, a cambio, la mayoría de las veces, de acciones de “mitigación” irrisorias.
Esta realidad es angustiante y demanda una urgente reflexión país porque el futuro de generaciones completas está en juego. ¿Hasta dónde se justifica el desarrollo? La pregunta es similar a la que como sociedad nos estamos haciendo con respecto a la  tremenda desigualdad que experimentan millones de chilenos y chilenas ¿hasta dónde estamos dispuestos a  soportar este tipo de desarrollo?

De lo que se puede observar en el reportaje y de la experiencia que tenemos en los territorios con los profesionales Servicio País, puedo afirmar que estas realidades son más frecuentes de lo que se cree.
Una imagen de pasividad de la ciudadanía o de sus autoridades, es una insensibilidad falsa que puede esconder otras situaciones o intereses y también la necesidad de sobrevivencia. ¡Digámoslo!, hay quienes apoyan estos “emprendimientos” de explotación a gran escala simplemente porque ven en ellos la posibilidad de tener certezas en términos del TENER, con ausencia de las otras dimensiones existenciales. Esto es complejo y debemos abordarlo entre todos.
Si el desarrollo económico en estos sectores está teniendo un precio que no podemos llegar a visualizar, sinceremos la conversación. En algunas localidades esta situación convive históricamente con la población. Y en otras es peor, porque no hay un grado de conciencia, quizá no explícita, o porque prefiere abordarse como un secreto a voces.
Para empezar, las organizaciones de la sociedad civil debiésemos involucrarnos en la urgente tarea de promover la educación para la participación, de modo tal que este verdadero despojo de ciudadanía en el que se han transformado las “zonas de sacrificio” comience a cambiar.
Pero como el problema es tan profundo, dado que responde a una lógica de desarrollo a nivel país, debiésemos promover el ejercicio social de establecer pisos de ciudadanía, de bienestar o -dicho a la luz de nuestra propuesta de política social- umbrales sociales, garantías que permitan restituir a la ciudadanía sus derechos a cuestiones que parecen obvias. Pero no lo son, por ejemplo: el derecho a vivir una vida larga y saludable, a vivir en un hábitat adecuado y a participar en las decisiones que  afectarán su vida.

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